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viernes, 10 de diciembre de 2010

La despedida

Debe ser esto de lo que todos viven hablando, eso por lo que morirían aunque no logren ni tocar.

Yo recuerdo; recuerdo cosas de cuando era niña, cosas que quisiera revivir, por un lado para vivirlas intensamente pues en esos momentos nada más importa, otras cosas quisiera cambiar, aquellos juegos de palabras que no terminan de decir nada.

Hoy ciertos disgustos han desaparecido y ciertas esperanzas se han ido; brota entonces el color más intenso, el dolor de un deseo.

Voy camino al sanatorio, porque busco un mapa entre mis brazos, he dejado que la costumbre lidere mi vida y hasta el calor de los sueños más profundos han dejado de sonar; no sé si es el dolor que desbordó todo esto, pero aquí estoy en bajada y sin regreso.

Más que todos mis años, ha sido una conjugación de mis tristezas y mis mayores sueños, el beso primero, el último golpe; hoy no importa si creías, porque ya no me despierto junto a ti.

Hoy me despido del tiempo que tuve junto a ti, nada se borra, pero ya no vale la manera ni depende de paciencia, la balanza dio un resultado: ya NADA importa. La cosa no es vivir sin ti, porque siempre te sentiré, la cosa es que vivir junto a ti ya no basta.

Sé que te amo, siempre lo haré, pero más allá de todo, se que te dejo, cuanto más lo sé, más me alejo; hoy nacen de mí alas e imaginando un nuevo tiempo, voy dejando pasar la gente, voy dejando un amor lleno de ti y de mi; hoy me

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