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miércoles, 22 de diciembre de 2010

Espíritu de la Navidad


Al pasado que quema de acercarse, que revolotea las antiguas heridas, a ti no te arrastro ni te olvido, busco en ti la luz que descubre lo mejor que pude sacar de eso y ahí, me veo en el presente y tal vez de vez en cuando me duela o me asuste, pienso en la otra manera de suceder las cosas, veo los errores que cometo y las lecciones pero más importante agradezco lo que tengo y brillo en esplendor pues lo que hoy soy no lo cambio, mi sonrisa se amplía con orgullo, porque sé lo que he logrado y que poco a poco con el corazón podré llegar hasta donde quiero, un lugar que tal vez no veo, pero que pintaré al divisarlo.

Ahora cierro los ojos y descubro al futuro incierto, ciego y sin rostro, y me buscan acorralar los miedos, pero entro en batalla porque ahora sé que no puedo vivir sin aquello llamado VIDA y he descubierto que es más que mantener un pulso; la vida es amar, es tener fe y creer en lo que te mueve el cuerpo y te eleva el espíritu.

En esta noche soy objeto y soy fuerza, abro mi cuerpo y abro mi alma para que el viento de la noche se lleve consigo los excesos y solo permanezca lo verdadero, lo esencial, la materia perfecta para sustentar mi vida.

Que con el pasar de las horas, pase la oscuridad que reina y llegue la luz que desborde las maravillas en el cielo, en el mar y en la tierra, que desde ahora al amanecer y por los tiempos venideros, renazcan mis sueños, mis deseos y mi esencia, que sea lo mejor que puedo ser, para así abrir mis brazos y volar con alas plenas.

¡Bienvenido el tiempo más hermoso, bienvenido el espíritu que alimenta el alma y favorece al cuerpo!

¡Bienvenido el pueblo que espera ansioso el nacimiento del niño Dios, el Salvador!

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