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viernes, 10 de agosto de 2012

Una cosa del llamado destino

Búscate un espejo, mírate de frente y sin tapujo, ahora respóndeme: ¿quién hace que tu mundo sea más que un globo terráqueo?

Los que para algunos están locos para otros son grandes eruditos, los valientes que se van por lo incógnito, los que afrontan el destino con una sonrisa porque saben que lejos de ser una condena injusta, resultan de la ecuación del contenido cardiaco exacto.

Los pistoleros, los aventados a la tierra, los que consiguen seguir adelante aunque todo haya acabado, no son piratas ni legendarios del oeste, simplemente son.

¿Cuántos han de leer instrucciones? Las heridas que te atacan justo cuando las cosas no salen como deseas, ¿cuánto puede no fallar? ¡No basta ni lo hará! La manta que te separa de la lluvia, puede también protegerte del frío, pero ¡no! Deseos codiciosos, contar, contar, ¿bendito obrar cuantitativo? ¿Dónde está tu sonrisa? ¿Acaso solo por eso has de quererme?

Desliza tu mundo, tus intenciones, hazte inmune a los errores así como ausente de perfección, ¡mantente cálido! Que aún cuando das la espalda, alguien te acompañará.

Esto por mucho que parezca no es un duelo de destinos, yo tengo un par de monedas y tú una caries ¿qué más da?

Seguimos siendo tú y yo, los andantes de su camino, que han coincidido en un tramo del safari y ¡qué importa si es circo o es guerra!, algo superior nos apadrinó y sonrió al vernos, puede ser la combinación de auras o el matiz colorido; somos objeto, entonces pongámonos a rodar y veamos cuánto sonreímos.

De ti no espero mucho, de mí menos, pero tengo ganas de reír bastante.

jueves, 9 de agosto de 2012

Eternidad

Yo solía reposar en el lamento de las cosas que quería y no tenía ¡cuán obtusa! Por no saber ver, no abrazar la vida y sonreír porque nada es eterno en el tiempo, la eternidad la fabricamos día a día.

Eternidad cuando continúas diciendo sí a la gente que vive en tu corazón y a la que toca la puerta, sí a lo que haces, forjando eternidad mientras continúas decidiendo.

Ahora que lo pienso solía muchas cosas que hoy no, he dejado de esperar porque comprendí que la carga es inocua mientras tú no haces nada, por eso sólo espero por mí, espero porque invierto y trabajo.

Solía tener miedo del tiempo y que éste no fuese suficiente, hasta que comprendí que solo yo hago eternos mis días, no por hacerme inolvidable sino por hacer perpetuo lo que hago, lo que siento y lo que sueño, por mí que se esfumen las palizas, las heridas y las personas que sólo han venido a husmear.

Eternidad la que llevo conmigo todos los días cuando plasmo mis palabras, cuando abrazo y digo ¡te quiero! sin importarme el día o si lo escucho de vuelta.

¡Qué importa! Si es viernes o lunes, si te conozco lo “suficiente”, si te lo dije ayer, si te gustan o no los abrazos, hoy estoy aquí, mañana no sé y si le doy el poder al otro habré perdido.

¡Quiero hacer eterna mi vida! Aunque mañana muera.

sábado, 4 de agosto de 2012

¡Impacto!

¡Impacto! Aquello que te ataca, que te atina, que hace daño aunque no golpee.

¡Impacto! La aceleración del corazón y la medición de la respuesta del organismo, luego verás si suficiente o no.

¡Impacto! Por lo que tienes, lo que te falta y lo que quieres; el espacio diminuto y frágil donde tambaleas entre cordura o locura.

¡Impacto! Los segundos que se hacen horas, la eternidad y su juego pesado, querer despertar de un sueño que no has soñado.

¡Impacto! Lo que ves caer cuando nada puedes hacer, correr, correr, superar el bloqueo mental, las palpitaciones que entonan un fondo musical macabro.

¡Impacto! Cuando solo quieres huir, cuando focalizas la mirada y ves que en la paranoia no estás solo, compartes la experiencia con los que resultan inmersos en la misma clase de “suerte”.

¡Impacto! Al ver la noche más oscura, los gritos, el ladrido de los perros, los pasos acelerados, la tensión ambiental que dificulta tu respiración, el deseo desenfrenado de huir y lo parecido a una manada en cuanto nos den luz verde para correr.

¡Impacto! ¡Cuántas cosas inútiles? Múltiples definiciones, tú, yo, los ojos aguarapados que nadie ve, la risa nerviosa que retumba.

¡Impacto! De querer despertar y seguir viendo lo mismo, ¿quiénes somos? ¿Lo mismo? díganme si no hubo agitación de un átomo siquiera.

¡Impacto! Estando fuera de la zona familiar, compartiendo el hábitat con recién conocidos, personas antiguas y potenciales amigos.

¡Impacto! Porque no fue a otros, ni en otro lugar, no es pesadilla, ¡seguimos en el pueblo donde nada ocurre!

¡Impacto! Porque según somos dramáticos, ¿qué me importan los ausentes y su opinión?

¡Impacto! Por los que se acordaron de Dios y de sus familias, cada quien buscando un refugio o soga para no caer.

¡Impacto, impacto, impacto!

¡Impacto! Porque salimos airosos y porque aquí seguimos.

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Crónica de un atentado –fallido- en una guardia –fallida-.