Qué gracia la de ser testigo de cómo caen las raíces de las distancias, los corazones que han permanecido unidos como si el tiempo jamás se dividiera en pasado, presente y futuro.
Cercanía la que habitamos cuando una conversación sutil nos entrelaza, son las cosas que no buscamos las que nos terminan abrazando.
Despedidas inexistentes, sonrisas frescas como un retrato a carboncillo, querer entrañablemente.
La vida nos trata bien si a pesar de todo seguimos el camino de creer y conciliar los más hermosos sueños al dormir.
Acompáñame incluso en soledad, los contratos a largo plazo están siendo hurtados y a nadie le interesa porque ni mirar a los ojos les importa.
Vale la pena el transitar que nos forja el espíritu mientras sea dispuesto con el horizonte de frente porque sólo así te he encontrado una y otra vez.
Si el sustento no sale de nuestro corazón entonces no lo sé, si de ahí viene el empeño de sonreír-te, abrazar-te, apoyar-te y querer-te.
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