Necesito liberarme ¿cómo puede atacarme así la ira? Creo no acostumbrarme.
Aquella sensación de desorientación, se me olvida cómo hablar, quedarme aquí en el mismo lugar me cuesta, son desenfrenadas las ganas de huir pero ¿a dónde? Ahí recae todo: ¡encierro!
Me siento enferma, me duele la cabeza, la vista se oscurece, necesito dormir en pleno.
Creo nunca entender por qué es tan difícil hablar; distancias que sólo desvelan.
No tengo voluntad ni de llorar, tengo arrugado el corazón y ya no sé, no lo sé, ¡lo siento!
Siento no ser lo que quieren y más que lamentarlo, me duele.
Miedo por seguir creyendo en cuentos de niños, la tonta esperanza de que tras el impacto vendrán cambios: no, no, no ¡qué tonta yo!
Por favor detengan esta caminata, necesito mi control de vuelta.
¿Qué pasó con la lista de propósitos?
-No esperar nada de nadie-
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