Existen mujeres que nacen directamente del corazón amoroso de Dios, aquellos seres cargados de luz que se mantienen corriendo tras el gran amor de su vida, porque por más que lo prometan, saben que no lo pueden evitar.
Damas con pinta de artista y con el coraje de guerrero, porque no se dan tiempo ni para paralizarse, siempre con la frente en alto y los ojos fijados al cielo.
Hay en medio de miles, esa clase de mujer que es madre sin haber llevado un hijo en el vientre, por lo mucho que se necesita, por el amor empedernido que llevan a cargo día a día.
Por esa capacidad de subirse al mundo entero a los hombros, que demuestran que las cosas son posibles porque hacen ver fácil lo que cuesta.
Esa clase de persona que se mantiene erguida aunque llame por un abrazo, quien posee orgullosamente un corazón sentimental mucho más inmenso que el fisiológico.
Dios que es Padre y Madre, porque de Él nace todo amor, Dios nunca abandona al ser que creó con plena conciencia, Dios será siempre el principal conspirador de sueños, sin importar si son grandes o chicos, porque hace nacer Madre a cierta clase de mujer.
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