No sabía yo que estábamos contra el reloj, que los precoces instintos debían ser escuchados porque Dios tiene los planes de cada uno bien definidos aunque no sean de nuestro conocimiento.
No sé ya si fue casualidad o netamente obrar de Dios que pese a la intención de visita, el tiempo hizo una jugarreta y cada una tomó un camino, yo me fui al encuentro con mi mar amado sin saber que tú te ibas esa noche al encuentro con Dios Padre.
No puedo evitar recordar las ausencias, los cambios, las cosas no dichas, pero también aparto la pesadez para traer hasta aquí los tiempos mágicos donde la conciencia no jugaba ningún papel, donde aprendí a encontrar en ti a muchas personas a la vez.
No siempre las cosas permanecen igual, sin embargo quiero decir que dentro de mi corazón nada nunca cambió ni cambiará, porque fue tanto lo que me diste, que siempre estaré en deuda.
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