Adiós

Por mucho tiempo estuve cegada, pensé que con su ausencia reinaría la penumbra y resulta que hay algo que debo agradecerles, y es que nunca me hubiese acostumbrado a esta soledad de no ser por ustedes, nunca hubiese entendido que mil veces mejor este vacío, que ustedes.
De lo que mucho huí y tanto evité, es en lo que vengo a caer, ver que invertí años, querer e ilusión en un montón de paja, ¡qué ilusa! por las veces que pensé eran momentos aislados, rabias pasajeras, tantas preguntas acerca de si el amor falló, y resulta que todo fue un error.
Arrumado a los recuerdos, las buenas pantallas, a partir de hoy haré de cuenta que nada nunca pasó; ¿acaso les llegué a decir que tengo una maestría en olvidar?
Me causa risa la melancolía ¿por qué aferrarse a algo que es solo un foco de infección?
La situación de hoy es en verdad la realidad de siempre, yo la niña, la “esto”, la “aquello”, resulté la premiada porque no comprometí lo que soy, porque aparte de las fallas autónomas no me queda ni un tajo de remordimiento.
¡Eureka! Salí airosa, inmaculada porque no guardo malas palabras ni deseos negativos, ni siquiera sus rostros son recuerdos para mí.

Ésta basaba mi única necesidad, doce días después, el día de la prueba de fuego, cuando al verlos ni náuseas ni cosquillas me hacen, puedo rectificar la mejor palabra para cerrar todo esto: adiós.