Estar aquí, tan fantástico como el aterrizaje en tu corazón, ser bienvenida a un lugar que aunque muchas veces vi, nunca conocí.
Parece algo natural aquellas amistades que se acrecientan en la base del corazón, donde las penas se disipan porque se comparten, porque la confianza le gana (y con ventaja) a la apatía.
Saber que estás ahí, que desde entonces habrá visita eterna porque se cambian los papeles, se abren las puertas a la dulzura de un mágico descubrimiento.
Descubrir la mejor sorpresa que lo “obvio” puede traer consigo, sonreír porque son real aquellas cosas infinitas en las que congeniamos, que ironía lo lejano que se podía ver esto, como ves las “coincidencias” son la mejor sorpresa de Dios.
Compartir el ADN y aún así encontrar el camino a una amistad, saber que puedo contar con tu mano, así como tú conmigo.
De las cosas intangibles, de aquellos roces de hermandad, esas formas de cambiar la perspectiva de la vida, tú eres de lo mejor, comparado con un osito cariñoso, una amiga parrandera, un baúl lleno de secretos y una autoridad regañona.
En medio de este viaje increíble, te agradezco una vez más y personalmente el abrirme este espacio en tu vida, aquella minúscula esquina de tu corazón se ve y se siente ¡inmensa!
No hay comentarios:
Publicar un comentario