La vida está compuesta de infinitas cosas más allá de los signos vitales, hay ciertas cosas que se transforman en funciones vitales.
Podemos al mismo tiempo vivir ignorando muchas cosas que a la larga pueden ser indispensables pero no vitales.
Hay quienes se abstienen sólo a comer sin apreciar el maravilloso renacimiento de sensaciones que aparecen al comer, no sólo es saciar el hambre, masticar tragar y que pase a proceso de digestión.
Cuantos no aprecian la bendición de comer alimentos de la tierra que a muchos otros le falta, cuantos se privan de los antojos del alma.
Para ciertas personas rezar es supremo y configura una acción exclusiva para la Iglesia y se sacuden del contacto con Dios y todo aquello que nos supera cuando estamos rodeados de amigos, con la familia o solos. Parece que pocos saben que se puede rezar con el alma y sobre todo con la vida.
En completa y basta locura hay quienes están locos pues viven de amar, quienes aceptan su imperfección pero aún así aceptan que somos objeto de amor y no sólo reciben sino que ante todo dan.
Se puede vivir ignorando grandes términos y pequeñas teorías, pero ojalá todos vean que comer, rezar y amar son funciones vitales y que son imposible de ignorar.
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