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sábado, 8 de enero de 2011

Comer, rezar y amar

La vida está compuesta de infinitas cosas más allá de los signos vitales, hay ciertas cosas que se transforman en funciones vitales.

Podemos al mismo tiempo vivir ignorando muchas cosas que a la larga pueden ser indispensables pero no vitales.

Hay quienes se abstienen sólo a comer sin apreciar el maravilloso renacimiento de sensaciones que aparecen al comer, no sólo es saciar el hambre, masticar tragar y que pase a proceso de digestión.

Cuantos no aprecian la bendición de comer alimentos de la tierra que a muchos otros le falta, cuantos se privan de los antojos del alma.

Para ciertas personas rezar es supremo y configura una acción exclusiva para la Iglesia y se sacuden del contacto con Dios y todo aquello que nos supera cuando estamos rodeados de amigos, con la familia o solos. Parece que pocos saben que se puede rezar con el alma y sobre todo con la vida.

En completa y basta locura hay quienes están locos pues viven de amar, quienes aceptan su imperfección pero aún así aceptan que somos objeto de amor y no sólo reciben sino que ante todo dan.

Se puede vivir ignorando grandes términos y pequeñas teorías, pero ojalá todos vean que comer, rezar y amar son funciones vitales y que son imposible de ignorar.


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