Nadie sabe que la vida puede durar menos que un suspiro, nadie parece saber llenar el espacio que ocupa en la tierra y en el corazón de las personas.
Esperar la respuesta de un jamás ¿de verdad lo arriesgarías todo por un sueño? Cuando existe el factor predisponente de la tenebrosa realidad.
Nadie sabe que muchas son las veces que escojo los rastros de lo prometido, en vez de perderlo todo; el miedo sólo te concede un favor: la muerte.
Pedir ayuda en la punta de la montaña mientras todos ya han echado a volar, a todos nos toca vivir lo que alguna vez hicimos a otros.
Nadie sabe lidiar con el rencor que han sembrado y al mismo tiempo esquivado; nadie sabe que lo que he alcanzado no ha de ser motivo de envidia: si yo lo he logrado, tú también podrás.
Despedirse del camino sin dejar rastro, pretendiendo nunca haber existido ¿por qué? Porque decidiste vivir un círculo de apuestas donde es todo o nada.
Nadie lo que pierde, porque nadie sabe lo que tiene, lo perfecto está cansado de esconderse tras lo obvio y ser rechazado decentemente.
Estar eclipsado, vivir intensamente, locamente cuerdo; nadie sabe que en una balacera, el que se queda dispuesto a recibir un balazo es más allá de ser valiente, el que conoce su vida, sabe lo que tiene y que no lo pierde; él está agradecido y feliz de una manera que nadie sabe.