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domingo, 18 de noviembre de 2012

Divino y amargo licor

Quisiera emborracharme para olvidar esta terrible necesidad de reparar mi corazón, de arreglarte la vida, el capricho de aconsejar cuando yo misma voy mal.
Matarme a punta de tragos baratos aunque sea por dentro, ¿sabes lo que cuesta confesarse? Con todo lo vivido aún tropiezo con los viejos trastes y siguen exisiendo los deseos incrédulos de sujetarte entre los brazos.
Soy un manojo vagal, ninguna sorpresa, cero recompensas, ojalá la vida fuera un tablero de dardos para así atinarle al centro y acabar con toda esa pesadez rojinegra.
Amargo, dulce, salado, más opciones tiene una cantina que algunos de mis días... El licor atravesando el espacio entre mi pecho y mi corazón.
Helado como el hielo seco, cegada por el fluorescente, hay bartenders y hay AA (alcohólicos anónimos).
Brindis, shots, compañías, soledad, reposar en el boulevard de los sueños rotos, la barra de lamentos donde abundan las confesiones y se trazan distancias.

Hoy me ganan las ganas de irme, ¡una botella para llevar por favor!

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