No sabía si era bueno borrarte, pretender vivir otra vida, cerrar la puerta que me lleva hasta ti.
Definitivamente no sabía muchas cosas, las propiedades de olvidarte, seguir guardando la flecha que alguna vez me atravesó.
Pasó el tiempo y resultó no ser necesaria otra vida, existieron muchas excusas pero al final no fue la piedad ni la ira, todo lo contrario, de Este a Oeste justo en el medio donde reposa la serenidad de las cosas olvidadas y de los tesoros sepultados que salen a la luz sólo estando en soledad.
¿Será inocencia? Observar el paso forjado, el recorrido de una vida que parece corta más no angosta.
Descubrí lugares, encontré personas, no recuerdo si por cansancio o por qué pero dejé de esperar, me dejé rodar desde un precipicio, fui llorando, insultando y aterricé con una sonrisa tostada en el rostro porque de todo lo que dejé ir, unas encontraron el camino a casa, pensé que era oasis o deseo moribundo pero resultó un reencuentro, un nuevo comienzo.
Ahora que emprendo de nuevo el camino, no siento necesidad de mirar hacia atrás, hacia adelante se ve bien.
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