Saber que tengo el poder y la razón ¿cómo ha de causarme mayor pavor?
Debatir las relaciones con los principios, mantener una buena charla en medio de un trabuco, asaltos, sol y lluvia.
¿Quién eres tú y quién yo? ¿Dónde nos separamos para llegar al camino de la divergencia?
SOMOS y aún así nos quejamos, porque la lucha constante contra nuestra sed aberrante es absurda en su totalidad.
Entonces, ¿quién? Que nos entienda, que nos acompañe, que nos levante y nos rete; ¿quién con el coraje y los pies bien calzados?
Me cuesta separarme de aquello que llaman vida mundana, y no hablo de los vicios, hablo de los ritos que mantienen mi corazón adicto.
SOMOS y aún así nos quejamos, porque la vida nos queda corta y aún así, grandes los sueños.
Porque la rutina nos envuelve y ataja a los débiles, ¿por qué? Y no hablo de los responsables, si no de los rígidos, de los que bostezan ante emociones extremas.
La vida es un cartón de modalidades, de oportunidades, de actos mágicos que nos atacan e incluso nos azotan porque al milagro le da furia que no lo reconozcan aunque les venga de frente.
Continuamos andando inertes aún cuando la transformación del mundo se nos viene, somos parte de la masa, a veces prole, capaz incluso de mover al mundo cuando cae el día.
SOMOS los receptores de la esencia.
SOMOS parte de la comunión divina, de los tesoros, de los aromas y colores, de los ángeles y superhéroes.
SOMOS auto-superables, auto-renovables.
SOMOS y aún así nos quejamos.
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