Pensar en ti

Pensar en ti, ya no sé si es cuestión de anhelar, de soñar o de arrepentimiento; pensar en ti más que agobiante es liberador, puedo sentir cómo desde lejos se han curado mis heridas.

Cuando pienso en ti, pese a lo egoísta, me gusta pensar que esperas por mí a pesar de todo lo vivido y lo truncado.

Existen para sorpresa de muchos, lenguajes no hablados, señuelos para encontrarnos mirándonos a los ojos, con la mano reposando en el lado izquierdo del pecho.

Si yo te dijera, si te contara el millón de veces que atenté contra lo que eres en mí, supieras como yo que esto parece sacado del espacio más infinito; mientras nos gastábamos el tiempo en intentos fallidos de amor, cuando nuestra fiesta siempre ha estado prendida, si aún con los achaques nadie se nos compara, si al final del día aquello que tanto extrañábamos era a nuestra propia imagen.

Pensar en ti, ciertas cosas las puedo disfrazar pero ¿qué hago con lo que no puedo obviar?

¿Será que siempre lo he sabido? Que estás en lo más recóndito de mi corazón, que me olvidé del futuro porque en cada tramo estabas dibujado tú.

Pensar en ti, a donde quiera que vaya, pase lo que pase, siempre me acompaña, como aquel amor y aquella sonrisa.

Tu lugar

 

Existe más allá de estas 4 paredes un lugar a la medida, justo para el tamaño de nuestros sueños.

Por allá cercano a las estrellas, donde la luz parece cegarnos, es el sitio perfecto, el aposento enigmático de nuestras elocuentes y absurdas ilusiones, que ajenas a toda pesadez, nos brindan el aliento y la esperanza de que TODO es posible.

Mientras sigamos atados a quienes somos y libres de todo temor y oscuridad, disipará la niebla y veremos el concepto de las numerosas oraciones y ciertos llantos; ésta es la respuesta, no encajamos en el lugar donde nos postren sino en aquel que sentimos hogar, donde desplegar las alas es natural.

Donde podemos ser lo que siempre hemos sido en nuestro corazón, los reyes y reinas, alimentándonos de aquello que nos hace fuertes y mejores, que nos aventura a los caminos confinados.

A punto de explosión, cierra los ojos y extiende tu mano, todo aquello que siempre has deseado ha estado cerca de ti, dentro de ti y a tu alrededor.

Es el poderío de tu último respiro, el empeño de tu corazón que te hace único y te abre puertas a ese lugar que ha sido tuyo desde siempre y para siempre.

Más brillante que el sol

 

Me detuviste de pronto en la esquina sin previo aviso, desde entonces cuando se apagan todas las luces, pienso en ti y se alumbra la ciudad.

Tú podrías ser entonces mi estrella fugaz, y yo tu astróloga empedernida, sin importar el paradigma pues tú me dibujaste una sonrisa tan amplia como el mar.

Ahí en esa calle tú me golpeaste con toda esa magia, la artillería de amor brillando por doquier y yo anonadada… Jamás pensé ver todo aquel espectáculo.

Más alto que el cielo, más brillante que el sol… Ahora todo parece ir de cabeza, no lo esperaba pero quién soy yo para decir que no.

Todo lo que soñé y aún más, pudiste ser una estrella pero hoy tienes forma de hombre… De esto hablan los antepasados, la vida en las constelaciones.

Como una visión, para qué contradecir al destino? La esencia está en vivir de brazos abiertos, dándole la bienvenida a cuanta posibilidad y regalo vengan como estallido.

Desde entonces no importan los malos ratos, esto jamás lo había sentido, más poderoso que el dinero, así es como empieza la historia: girando de brazos abiertos puedo ver las estrellas caer, eres tú más brillante que el sol.

Dime por favor

 

¿Qué es todo esto? ¿Por qué no puedo conjugarte en pasado? Juraba había huido de ti.

Ha de suponerse que esto no volvería a pasar jamás, ahora ¿cómo enfrento este miedo? Si fue más el tiempo buscando la salida y hoy, me encuentro en reversa.

¿Será que cuando joven fui más sabia que lo que puedo ser hoy?

Benditos los tormentos, el revuelco de esos sueños jamás superados, a nadie amé hasta la luna.

Ha de parecer un accidente laboral, los escombros de la mina del pasado están por doquier… Se vienen los correcaminos de mi corazón y aquel nudo en la garganta se posa sin aportar el aire suficiente a mi cerebro.

No quiero pensar, mucho menos afrontar que siempre has permanecido anclado, que solo basta verte para revivir e instalarte en mi entreceja.

Y ¿qué pasó con aquellos motivos de aislamiento? ¿Cómo es que de pronto me parecen excusas?

Yo juraba que todo se había extinguido cuando se apagó el fuego aquellos días que aún me entristecen… Pero resulta que yo no sé nada.

De pronto todo se vino abajo, cuando la única opción era estar sin ti.

Dime por favor: ¿cómo fue que esto se salió de nuestras manos?