De repente tus recuerdos aterrizan en mi mente, esta vez me doy cuenta que toda mi debilidad quedó atrás, entre tú y yo no queda más que el polvo.
Como la última vez, en esta ocasión las cosas son diferentes, ya nada me toca, tus disculpas tienen puerta de salida.
La caída del desamor tiene profundidad y ya puedo decir adiós de todas las formas.
Y el caso es que te perdono, el tiempo pasa pero eso sí: yo no vuelvo a amarte.
Los pequeños espacios de rebeldía que aún existían dentro de mí han despertado la necesidad de buscar algo diferente, algo complementario pues antes de ti no había nada con qué comparar.
De un tiempo para acá, he logrado renacer, despertar, descubrir la analogía del amor anhelado, el cielo lo sabe, a partir de ahora, solo buscaré alcanzarlo.
Cuentos, paradojas, deseos infantiles, todo lo que cuele en nuestro camino de crecimiento, se va desapareciendo lo mundano, lo que nos consumió, solo las cenizas de un incendio forestal nos indican el final, el límite que traza el pasado del presente.
¡Bravo! Porque las cadenas se han roto, somos libres y no queda más que una lección: yo no vuelvo a amarte.