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domingo, 2 de junio de 2013

Declaración, ¡atroz!

¡Charlatán!  Recoge las latas de tu vicio mundano, una corazonada reacia al calor humano, pataletas de ahogado cuando te ves incapaz de nadar en el mar de la verdad.

¡Bofetada! Imaginaria tal vez, pero tan real como la agudeza de mis palabras, te acercaste demasiado al fuego y ahora ves caer tu disfraz de cera, penoso y doloroso.

¡Redobles de tambor! Siento que te veo por primera vez y tiemblo para no golpearte pues no eres más que un sabueso traicionero.

¡Cobarde! Tú y tus malévolos actos como quien enfunda su arma en el corazón de un peluche, tu disparo atravesó mi pecho, pero yo no me quedaré a que me veas caer.

¡Cada quien a sus esquinas! Mientras me hago un juego de sutura, deja caer la tela, ni todo el alcohol te alcanzará porque tu recuerdo arderá con tanta ira como pasión, así podrás ver el rastro de lo que perdiste desde donde quiera que estés.

¡Claridad! Para la paz en mi corazón y ¡nada! Para ti.

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