Ahora sé más que nunca que no sé NADA y juro que no lo olvidaré jamás.
Aquel ambiente de terror, el tono sombrío, sin fijar la mirada en mis papás o me destruyo.
Uno nunca se imagina ni se prepara, juro nunca olvidaré aquel tono de voz, según la tragedia nos había tocado, había tocado a la flaca.
Resulta alucinante descubrir si es realidad o un secreto, aquello que importa, el deseo infalible de no soltar tu mano ahora que me necesitas y siempre.
Según era calamidad pero no sabíamos con -tanta- certeza el amor supremo de Dios, la mano guardiana, la protección de mis Abuelos, cuando sólo hubo temor, donde pudo reinar el pesar pero salió ileso el espíritu, la integridad que ha de remar en un cuerpo para poder superar toda adversidad.
El amor prorege, la fe hace milagros y lo puedo demostrar, mírate profundamente tocada, inerte bajo tanta revolución por segundo, latente en una inmensa serenidad que sólo da el estar apartada para algo grande o pequeño, cuyo desenlace no es hoy.
Y es que hermana, hoy volviste a nacer y nadie lo olvidará jamás.
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