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jueves, 16 de febrero de 2012

A la salida del rincón

Las cicatrices del pasado van formando tejido donde sólo reposaba un vacío, puede ser cuestión de amor o de suerte, tal vez sea que el final del dolor fue el final del recuerdo de la bestia.

Por aquellos que tuvieron tu corazón en sus manos y desde la altura más estrepitosa lo dejaron caer como si fuese culpa de la gravedad, y aún así partieron ilesos, inocentes ante una justicia ciega.

Resuena en el fondo del salón la sonaja de la esperanza, el bocado de infancia que te toca la vida y el alma.

Yo esperaba alcanzar la riqueza por muy difícil que fuese, y la tormenta me enseñó que hay mucho y mucho más importante; lo que se eleva cuando todo va en picada, lo que brilla y te recuerda que no estás muerto, sólo cegado.

Diamantes y zafiros, luego de la inmersión nada es igual, hay un pasaje temporal y un tiempo tan universal como eterno.

Estuve parada, detenida de lado y lado, por tanto, tanto tiempo que sólo cuando encontré al amor, supe que la salida al rincón tenebroso es la luz de mi corazón abierto de par en par.

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