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sábado, 25 de septiembre de 2010

Gracias a ti

De tantas cosas, yo quiero reencontrarme contigo, porque para ti yo no tengo despedidas, no puedo decirte “adiós” porque siento que te dejo.
Tendré tantos sueños y en este tiempo nuevas cosas he vivido, pero yo a ti jamás te olvido.
En ocasiones recuerdo quien fui mientras vivías, las historias que no recuerdo, las imágenes que llevo en el camino, tu ejemplo, tu rostro, tus pasos; aún si fuiste pecador, yo a ti nunca te olvido porque me diste el mejor de los regalos: me enseñaste a amar.
Y eres tú el indicado, mi hombre perfecto, a ti te envió Dios y lo sé, aún puedo cerrar los ojos y verte, puedo sentir tu olor y tu presencia, tengo el corazón repleto de amor gracias a ti.
El carácter, la sonrisa, la sencillez y al mismo tiempo aquella seguridad y presencia, fuiste tal torre de marfil.
Cuando tú luchaste por ti, luchaste por todos y por mí, mientras tanto hoy yo lucho por ti porque tú eres el amor de mi vida.

GRACIAS por haber sido parte de mi vida, por
haberme enseñado el valor del trabajo, de la familia, de la fe y del amor, por ti yo aprendí que vivir es amar a los tuyos, amarlos con el alma y con el cuerpo.









Conmigo siempre, ¡te amo!

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