Pensando en las cosas que vivo, descubro que he podido dar sin esperar nada, aunque en ocasiones la cuenta salga alta.
Hay tierras que parecen temblar de miedo porque tienen hambre de amor y sed de fe, hay pueblos enterrados en la desesperanza del olvido, parece habérseles borrado de la historia que muchos han renacido de las cenizas y que todos podemos volver a nacer si construimos todo aquello que por dentro se derrumbó.
Existen caminos de recreo, cosas deslumbrantes, mágicas aventuras capaces de alcanzar lo más superior; recuerda bien los sueños con los que creciste y empéñate a lograrlos, ¡todo es posible!
Los ídolos, la ilusión, el baúl de los destellos, te mantienen atada a la persona que eres y que quieres ser.
Tienes que saber que el mundo espera por una persona para empezar a anclar el cambio, las luces alrededor, las lágrimas de las tragedias, por muy terrible que sea, aún hay esperanza y razones por qué luchar, por cuales creer y encender la fuerza más poderosa dentro del corazón.
No necesitas nada más, si la tempestad vino y aún sigues aquí: ¡has que valga la pena vivir de nuevo!