Aún lo pienso y alcanzo a sonreír y es que el recuerdo apenas se forma y me acompaña por siempre.
Expectativas queriendo irse a volar porque la perfección nos visita y nos hace sonreír.
La paz y la algarabía combinan con las miradas, las fotos captando esencias y el trago inhibiendo las penas.
Lo más importante de todo es ver que sin importar el tiempo seguimos siendo los mismos seres evolucionando el corazón en un mismo cuerpo, las mismas miradas que se reecuentran, las sombras que se abrazan.
Celebrar, en eso consiste la verdadera vida, celebrar las oportunidades de dar lo mejor de nosotros y habilitar nuestro corazón para hacer realidad cualquier sueño escondido.
Saber que nos encontramos sin buscarnos, conocernos cada día un poco más aunque estemos unidas desde toda la vida.
Así cuando al fin comulgamos en el mar nos embargue la profundidad y la serenidad que sólo él puede brindar, la afinidad que choca contra el cielo mientras nos hacemos más amigas, la melodía perfecta que parece habernos esperado para hacernos saber que la amistad como la hermandad son un tesoro constante, el pálpito de lo intangible haciéndose presente en medio de todo.
Sólo así unos días son capaces de cortar la distancia en km, así recuerdo que estamos esparcidos en medio de la tierra para reencontrarnos y hacernos compañía en el camino.
Así es la familia, así son los amigos verdaderos, como tú y yo.