Todos saben a dónde van, menos yo.
Es más, todos parecen saber a dónde voy, menos yo.
El manual de las rutas correctas, los pasos atinados, y yo decidiendo con qué ánimo amanezco.
Parezco nadar con toneladas de peso encima y no logro ver en dónde me he metido.
¿Qué pasó con lo conocido? Mi memoria entra en crisis, veo partir los libros de mis recuerdos favoritos.
Vengo caminando en neutro, sin ganas ni de cuidarme.
He partido de casa sin medio en los bolsillos, haciendo de cuenta que el mal sabor es pasajero, pretendiendo que dejaré de tener miedo por las noches.
No estoy en forma, sin embargo, mi cara se marchita, los rayos platinados adornan mi cabello, mis manos más recias cada día.
El trabajo y las noches en soledad me están cabando desde adentro.
Creo que la adultez me ha tiroteado y abandonado en medio de la calle.
¡Llamen al payaso de guardia! Díganle que un niño se está convirtiendo en adulto.